Hace poco hablé del club de los dueños. Esta noche me puse a compartir con gente del club que quiere cambio inmediato, obligatorio y presionado de Junta Directiva. Me pongo a pensar y entiendo por comprensión lógica que toda decisión tiene su consecuencia política, dicho esto, la negación a la propuesta de cambio en el juego de gobierno implica la salida del líder máximo, pues, su plan de acción es rechazado. Lo que me lleva a pensar que los socios del club que quieren la salida del líder, tienen que batallar con todo, como si fuera y en efecto es el último costado que el enemigo le deja vulnerable. La lucha política va más allá del orden de palabras para un discurso: va hacia la materialización de las ideas con las masas. No sería responsable pensar en carreras políticas a futuro en momentos que el club ve amenazadas sus bases fundamentales. Los socios del club siguen sin ponerse de acuerdo, unos por vivir de palabras, otros por intereses, algunos por realistas. La pobreza, la deuda externa, la cuarta república, la derecha disfrazada de izquierda, la devaluación, el paro petrolero, el paro general, el referéndum, rctv se suman en la lista de reclamos y sugerencias de la oposición, que ahora con la reforma parece seguir teniendo la misma conducta tras tanto. Ante todo esto, la Junta Directiva hace lo suyo para seguir manteniéndose donde está y con miras mas allá. El levantamiento de una clase o varias está por verse si se rechaza la propuesta, un levantamiento que habría de arrastrar al Presidente. La Junta ha demostrado que en todas las instancias ella gana, menos en una: la calle. ¿Es posible cambiar la Junta cuando ha creado instituciones de Estado cuyo fin es mantenerla? ¿Acaso el Presidente va a jugar contra sí mismo? Para lamento del lado opositor, no lograr el consenso es decretar el entierro político de unos buenos socios.
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