Y como si fuera poco como un ciclón de hambrientos alimentandose de odio llegan los mas vulnerables psicológicamente a destrozar todo lo que esté de por medio en el camino los que viven diferente. Y cómo la voz de Zeus, una peyorativa que retumba en todos los rincones, envían la órden: -¡A los de buenas casas, córranlos y de ellos no dejen nada!- Peculiar fórmula de destruir un país: Discurso del resentimiento + manipulación de los sentimientos + concentración de vulnerables + acción de odio – entendimiento al diferente = lamentable historia.
Lo más triste de todo es que nada se mantiene para el propio disfrute del que ha robado sino que la falta de recuerdos y sentimientos de propiedad de lo que lo rodea lo lleva a la destrucción. Una sociedad que no se sienta a ver su historia y que no sienta su propiedad sobre ella, está sentenciada a la desaparición. Claro está el refrán, ojos que no ven corazón que no siente. Interpreto, un corazón que no siente, está vacío, engañado, sin razón alguna de existencia ¿Quién quiere tener un corazón así? El que no quiere ver. Y estoy seguro que a la gran mayoría le gusta ver, y todos veamos lo que queramos, pero no queramos todo lo que vemos. Aprendamos de lo que miremos para sentirnos bien.
El impresionismo de las malas políticas no son metáforas. Es una realidad que no dista de la exageración. La indomable revuelta pacífica no es más que una guerra a decretos. Una guerra dónde no hay más que hombres y mujeres que parecen un ciclón de hambrientos queriendo pasar por encima de los demás, como balas ciegas que atraviesan lo que tengan al frente. No es esa la sociedad de la felicidad. No es esa la sociedad de lo perfecto. No existe una sociedad productiva con esas características. No debe seguir así la Junta Directiva, así como tampoco deben seguir de desunidos los socios.
